...y sólo quiero quedarme aquí, ver la tarde llegar sin que esta vez se despida de mí sin hablar.
Los árboles gritan, los pájaros posan sus alas al viento en coreografía lunar a las cinco de la tarde.
Aprendo a tejer siluetas de luz en las tardes esperanza justo antes que el verano vuelva al calor de nuestras manos sudadas.
No tengo cantos mojados ni ideas acurrucadas en la pesadez existente de mi memoria hueca de placer. Pero, los helados infernales se escapan cuando miro a través del cristal de la ventana hacia el poniente veloz e ilusorio que me aguarda, sin saber a qué ni cuándo partiré.
Aquí me quedo yo. Mañana me quedo también. No partiré, esta vez.
Tejiendo siluetas que danzan.
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